Lokomotiv
Gentes y abrigos y un poco de brillo en los labios, con sabor a sandía, con las botas puestas. Becks y otras becas, botellines con cuello de cisne, el arte minimalista me importa lo mínimo. Lo máximo es que me mire de esa forma cuando hay un grupo de gente, que brindemos los primeros, que encienda los pitillos a la gente, ahí, siempre atento. Los detalles del pasado, las horas en que gritábamos al cielo que éramos jóvenes. Ya no somos tan jóvenes, un poco sí, lo justo para coger un patinete en la playa, lo justo para mancharse de chocolate las comisuras de los labios. Qué importante es el zumo de multivitaminas, qué importante es el cemento hoy en día. Vamonos, de prisa, enciende la locomotora en la habitación y veámonos en un vagón del Orient Express. Sólo así podré escribirte una carta con fecha caducada y un remitente que no existe, para que cuando me vengas a ver encuentres sólo una foto vieja, de cuando encendíamos juntos la chimenea.

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