20 September, 2009

Jenson

Yo creía que apoyaba al piloto escandinavo, cuando descubrí que Jenson Button era mil veces mejor. Esa manera de derrapar y su elegancia al entrar en boxes, frenando justo en el momento en que le tenían que apretar los tornillos a sus ruedas fue lo que me cautivó. Ahí fue cuando me di cuenta de lo equivocada que había estado y entonces el verano llegó a su fin, la lluvia enfrió los corazones de la gente en el descampado que escuchaba la música de orquesta. Aún hubo más. De repente, cuando llegué a la conclusión de que la perilla de Jenson escondía la fórmula de la felicidad, mi tendón del pie se resintió y cojeé. Usé el ascensor para ir del andén a la calle y me cedieron el asiento. Cuan peligroso puede ser pensar en la barba equivocada. Al parecer bastante, no solamente porque el verano da sus últimos coletazos en su peor versión aguada, sino que puede provocar la cojera, la desgracia y las elecciones anticipadas. Ojalá no me hubiera fijado en aquella gorra que dejaba asomar el cabello de un gran piloto, ojalá que por lo menos pudiera entender las complicaciones de su sueño y por qué le gusta desayunar siempre dulce; croissant, tostadas con margarina y galletas remojadas en chocolate caliente. Por lo menos así, esta cojera tendría sentido.



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