titulares
Hoy, por un lado, me enteré de que nuestros antepasados en Atapuerca eran caníbales y de que unos jóvenes en un municipio de Madrid se han enfadado porque ya no les dejan beber en la calle, provocando disturbios e incendios. Son demasiadas las cosas impactantes a las nueve de la mañana, es demasiado el contenido chocante para el día a día. La cotidianidad es peor de lo que nos la pintaban a los once años, cuando el adulto te tocaba la mejilla y te decía que "disfrutases". Tú no entendías nada, y en el fondo deseabas nunca llegar a entenderlo. Parece que nunca esas palabras iban a cobrar sentido hasta que los titulares del periódico matinal te azotan en la cara, allí en aquél lado del andén. Demasiadas son las cosas para digerir sin haber desayunado. La mujer de enfrente tiene cara de no haber dormido y los cuadernos a cuadros parecen ser la mejor almohada para unos ojos que no quieren pegar cabezadas encima del 20 minutos. Han dicho hoy que un repartidor de periódicos tiene la clave; todo ocurrirá el día en que él modifique con típex esos titulares y nadie nos demos cuenta, aun siquiera cuando el corrector estuviera fresco manchándonos de camino al trabajo. No se sabe aún si la sección de economía o la de deportes se salvarían, eso lo decidiría el repartidor justo antes de imaginarse la vida sin titulares desde su isla en el Pacífico. No aguantamos las oficinas, amamos las palmeras, no soportamos la actualidad y sobretodo amamos la guitarra.
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