Cocktail
Dice la canción que la fachada mira a la farola y la farola al cigarrillo y el cigarrillo a la papelera. Llevo tanto tiempo esperando, ya sé yo que la paciencia nunca ha sido mi fuerte, pero esta vez voy a ser buena. Creía que los cócteles sabían bien, que unían a las personas y que éstas podían bailar indecentemente hasta el amanecer. Hasta que me di cuenta de que los cócteles no son más que una mezcla de mentirijilla, de ingredientes que hacen parecer que están bien, pero que es el azúcar el que les da el toque resultón. Un poco de plátano y si quieres también melocotón. -¿me invitas a uno si te prometo baile?- Te prepararé dos, con doble hielo, solamente si te pones la bufanda roja, a conjunto con tu camisa de cuadros. La voz de Joan Miquel te lleva allí donde los astronautas hacen sus cuentas; me han dicho que debajo de la escafandra ellos piensan en fórmulas físicas, sobretodo, en el número mínimo de agitaciones para que el San Francisco quede en su punto. Ese sabor tan dulce. Yo espero ahí, detrás de la columna con la copa en la mano. Oh no, parece ser que antes de probarlo ya se derramó.
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