31 March, 2010

Me gustan los cibercafés regentados por pakistaneses. Las teclas son sonoras, aceitosas, el ventilador del ordenador es ruidoso. El paki no se quita los cascos para cobrarme los 0.40 euros que vale el cuarto de hora. Me tranquliza el cibercafé como estar en un oasis. Hacía dos años que no acudía a uno de ellos, porque no tenía la necesidad. Hoy tampoco la tuve pero me apetecía consultar mi email allí, al lado de aquél extranjero con el pelo gris que anotaba direcciones en su libreta o de aquél chino impaciente. Más allá había una lata vacía de coca-cola zero y también un cartón rectangular en los que se pone la ración de pizza. El cuarto de hora más divertido...el ciber con clase....el contador de minutos....la grasa y la muerte.

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